No me sorprenden los prejuiios contra los ?ntimos decoros de la sensual privacidad: llena de medi?ticos juicios, la multitud levanta en coros ?nfimos su procacidad que la rebosa de perjuicios at?nitos, complejos loros de la inicua esterilidad.
Treinta decasilabos descalzos, de V?ctor Roura. Una relaci?n muerta no puede ser revivida ni con palabras de aliento, a menos que ambos amantes quieran proseguir indiferentes con el simulacro.