P?ngale usted el t?tulo que quiera

Gustavo Hern?ndez

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P?ngale usted el t?tulo que quiera es una obra con al menos dos libros. En las p?ginas impares, el reto de empezar cada poema con el mismo verso nos descubre frente a un espejo donde somos la posibilidad que no fuimos: empezar por desconocernos, por querer ser otro, por ser ese otro y hablar con las plantas, por escribir los poemas que nos pasan, por ver el humo de las naves quemadas… en cada poema, un itinerario situacional y afectivo nos anticipa lo que las p?ginas pares nos iluminan con la misma frecuencia con la que nos oscurecen: en las pares, el poeta dialoga con un s? mismo que podr?a ser cualquiera de nosotros. Con el cronopio de s? mismo, con el alter ego, o con el desventurado Mateo haciendo una declaratoria de amor – odio para insistir en sus abismos. En las impares navegamos de a muertito mientras lustramos el collar con el que nos encadenan, o nos atamos a la nave que ya zarpa en vez de quemarla, como el ant?nimo del h?roe que somos en esta ciudad que no es nuestra, andando por calles que no nos llevan a ning?n lado. En las pares nos preguntamos a d?nde habremos de llegar entre ruinas, rosales y espinas, o nos percatamos de que, como en la vida, las cuentas nom?s no salen. Y en ese di?logo, separado apenas por el puente de una hoja, reconocemos al poeta, a la pedacera de inicios que se ha vuelto de insistir en contrariar al peque?o Golem que lleva dentro. Reconocemos al cronopio-poeta, capaz de reiniciarse a cada nueva cagada de las que acumula varias al d?a. P?ngale usted… es un poemario que es dos o tres poemarios, y es tambi?n el relato de las tragedias cotidianas del hombre que –no est? de m?s recordarlo- sonr?e sus desgracias vallejianas con el hocico roto, blindado apenas por la palabra «paraca?das» y la bendici?n de Huidobro. Est?n aqu? los milagros atemporales del mexicano universal que sobrevive a sus pol?ticos con un «humorismo doloroso», y est?n aqu? las recetas de autoayuda m?s in?tiles (si es que hay libros de autoayuda que no sean in?tiles) y m?s absurdamente bellas que podamos leer durante la ma?ana, cuando m?s necesitamos de resetear nuestra suerte. Para la ciencia, el cronopio que flota en los poemas de este libro es un reflejo anti humano, un paradigma de hombre cognitivamente no estrat?gico. Para los poetas –que est?n m?s cerca de la locura, y por lo tanto, de la verdad- este cronopio que carece de toda pericia vital es simplemente el hombre en su circunstancia de no ser cenzontle. P?ngale usted el t?tulo que quiera no es una Rayuela en su complejidad estructural, pero podr?a ser un changai, ese juego al que le bastaban dos palos, un hoyo en la tierra y tres formas de lanzar, tan lejos como fuera viable, la suerte del contrario; tan lejos que le fuera imposible acercarse a nuestros abismos. No es un libro que nos explique c?mo hacer poemas; es un libro que nos explica c?mo hacer poes?a.

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