Superficie de im?genes

Adri?n Acosta Silva

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Ya nadie viaja en tren en M?xico. Desde finales del siglo pasado, el ferrocarril dej? de ser el medio de transporte preferido —y en no pocas ocasiones el ?nico— en muchas poblaciones del pa?s. Ciertamente, desde los a?os sesenta, en pleno auge del milagro econ?mico mexicano, la expansi?n del uso del autom?vil y los autobuses for?neos explican la construcci?n de una red inmensa de carreteras que fue desplazando poco a poco el uso de los trenes. La rapidez, el costo y la eficiencia de los nuevos medios de transporte disminuyeron de manera irreversible la importancia pr?ctica y simb?lica de los trenes en la vida de las personas y comunidades.
La pausada y lenta forma de desplazamiento por las v?as f?rreas fue sustituida por la velocidad de autos, de camiones y, en menor medida y proporci?n, por los aviones. En pleno siglo XXI, la gran mayor?a de los trenes son de carga, no de pasajeros, que corren a?n por las v?as f?rreas trazadas desde la ?poca del porfiriato. Por ah? subsisten algunos trenes de pasajeros por rutas m?s bien cortas, pero son trayectorias de privilegio, dirigidas al sector tur?stico nacional o internacional que puede pagar costos altos por distancias cortas. Experimentar la lentitud se ha convertido en un h?bito de ricos y famosos. La mayor parte de la poblaci?n no puede darse esos lujos.

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