Ciudad Carb?n Destartalada
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Inferknow es un barrio lleno de fallas. Para que un amanecer hermoso aparezca sobre el desvencijado medio ambiente, la ciudad necesitar?a una reconstrucci?n total.
Ezekiel jura alejarse de Gloria hasta que tenga el dinero suficiente para sacar a su madre del burdel Buenas Noches. Su decisi?n lo hace correr detr?s de un autob?s en movimiento con una voluntad imprudente.
Rachel busca la ayuda de un hombre al que nunca am?. Caminan tomados de la mano como amantes para huir de una escena de un crimen.
El o?r que Faith corteja incesantemente a un cliente le rompe el coraz?n a Joel. Se queda pasmado al ver a su distanciada esposa en el burdel Buenas Noches. Un aura de rosas y espinas podridas lo obsesionan. ?C?mo podr? hacer desaparecer la fragancia mixta del cuerpo de ella?
Inferknow estaba organizada de forma mezquina. Las casas de bajo costo de construcci?n tosca se api?aban en grandes cantidades y nunca carec?an de ocupantes. Con unas paredes delgadas que separaban a un inquilino del otro, las conversaciones en los apartamentos parec?an una reuni?n en el ayuntamiento de la ciudad. En esta sociedad paralizada, ning?n acto se manten?a privado. Los residentes observaban conscientemente todo tipo de peligro, desde botellas voladoras hasta balas perdidas.
Las chozas que bordeaban la costa eran m?s caras. Las personas que viv?an cerca de la orilla del lago pod?an alimentar a los peces con sus desechos y respirar bocanadas de aire fresco. Los transe?ntes se tapaban las narices debido al hedor apestoso que sal?a de las heces humanas en descomposici?n. El vecindario necesitaba una intervenci?n ambientalista de salud antes de que un posible brote de enfermedad cayera sobre todos los habitantes.
Cerca del canal abierto, algunos adolescentes jugaban cartas en un desgastado tablero de billar. Estall? una pelea porque algunos hicieron trampa y el tablero de billar se convirti? en un ring de lucha libre. Las chicas se turnaban para saltar las cuerdas que giraban r?pidamente. Un ni?o de seis a?os, lloraba con medio cubo de bollos fr?os sobre la cabeza.
El ni?o recordaba lo que su madre le hab?a advertido. ‘No regrese con un solo bollo o de lo contrario, tendr?s tu lengua para cenar. ?Est? claro? ?l asinti?.
Tuvo suerte. Unos g?nsteres le preguntaron la raz?n de su angustia. Los g?nsteres le compraron la merienda completa y la distribuyeron a los ni?os que estaban alrededor. Una mujer, que fumaba un tabaco junto a un tanque de agua, le dio unas palmaditas en la espalda y le dio doscientos Nairas. Dobl? el dinero en peque?os pliegues, que escondi? en su cabello tupido y le hizo un saludo militar.
La ciudad era un lugar para hombres, mujeres y ni?os ingeniosos con extremidades nerviosas. La pereza solo tra?a hambre, denigraci?n y opresi?n; los mendigos no luchaban en estas calles.
La poblaci?n era multifac?tica. Los funcionarios asignados al censo siempre ten?an dificultades para mantener al d?a el n?mero de personas que viv?an en Inferknow. Los residentes no respetaban las normas morales de la sociedad, s?lo los dictados de la dura vida de la calle, el duro destino de la realidad. El imponente sistema opresor no asustaba a estas personas. Su preocupaci?n era c?mo manejar las circunstancias del mundo lo mejor que pod?an. Cre?an que un gran instrumento de cambio podr?a nacer entre uno de ellos; solo necesitaban una raz?n para continuar la lucha y quiz?s habr?a una luz al final del t?nel.
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