Conversaci?n De Peces
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Un rayo de sol se burl? y se desliz? a trav?s de los pisos grises de varias plantas y se precipit? en la ventana del quinto piso del Sr. Pensatore e ilumin? la oficina del abogado. Despu?s de unos momentos el rayo, despu?s de haber calentado la oficina y el agua en la pecera de la mesita frente a la ventana, sali? en busca de otras ventanas. Antes de que otro rayo de sol llegara a la oficina, se escuch? un juego de llaves que abr?an la puerta de la oficina vac?a y el abogado entr? en la habitaci?n, cerrando la puerta detr?s de ?l. Fue a encender la luz pero antes de apretar el bot?n mir? a la ventana y se dio cuenta de que no necesitaba m?s luz de la que entraba por la ventana. – Bueno, pececitos, ?parece que es hora de una visita! dijo el abogado y fue a abrir la puerta. – ?Esperemos que este cliente no sea acusado de pesca ilegal y acabe aterrorizando a los beb?s con sus historias! le susurr? Bravado a Artles. – “?No seas tan pesimista! Y de todos modos, nuestros hijos son demasiado j?venes para entender a los humanos”. Todos los peces miraron hacia la puerta, pregunt?ndose curiosamente qui?n aparecer?a. – “?Hola! Bueno, buenas tardes, supongo…” dijo una voz aguda que ven?a de una mujer delgada con falda gris y chaqueta negra de pie en la puerta. – ?Hola…”! dijo el Sr. Pensatore inc?modo al darse cuenta de que la mujer todav?a llevaba gafas de sol y le temblaba la barbilla mientras conten?a las l?grimas. – ”?Podr?a molestarle con el asunto de mi divorcio?” – ?Oh…! – dijo el abogado todav?a distra?do por las gafas de sol -, por supuesto, por favor, pase a mi oficina. Cuando entr? en la oficina, el Sr. Pensatore cerr? la puerta tras ella.
– Mi nombre es Ticker Lont y soy dise?adora. Mi marido decidi? dejarme, as? que me preguntaba si podr?as encargarte de mi divorcio. – Entiendo. Por favor, si?ntese. El abogado hizo un gesto hacia el sill?n que estaba m?s alejado de la pecera, pero ella lo ignor? y se sent? donde ?l estaba sentado antes. Como no pod?a sentarse junto a su precioso pececito, se sent? en su escritorio. Se acerc? a una caja para buscar un trozo de papel libre, y tom? su pluma para anotar cualquier informaci?n importante sobre el caso de la mujer. – Entonces, Sra. Lont, ?dijo que era dise?adora? pregunt? el se?or Pensatore mientras intentaba mirar en secreto la pecera para ver si hab?a eclosionado el ?ltimo huevo. – S?, dise?o marionetas de circo. Tengo un taller en el pueblo donde crec?, no lejos de aqu?. Planeo volver all? cuando terminemos. Ver?, Sr. Pensatore, s?lo vine a la ciudad por mi marido, pero ahora que me ha dejado no tengo motivos para quedarme. Deber?a entender que… Hizo una pausa: ”?Qu??''. La Sra. Lont hab?a sorprendido al abogado, que miraba a la pecera y tambi?n mir? autom?ticamente. – Oh… Qu? pecera tan bonita… ?Y qu? peces tan hermosos! dijo la Sra. Lont mientras se quitaba las gafas de sol. ?Acabas de convertirte en padre! – Lamento estar distra?do… Estos peces han sido mi compa??a durante tres a?os y hoy es un d?a incre?ble para ellos”. – Oh no, por favor, no se disculpe. Deber?a disculparme con los peces por no haberlos notado cuando entr?. ?Son tan impresionantes que no merecen ser ignorados por nadie! ”He estado tan triste desde que mi marido me dej? que no me doy cuenta de mucho a mi alrededor”. La Sra. Lont mir? al abogado y ?l frunci? el ce?o al ver sus ojos rojos y llorosos. – ”?Tiene peces, Sra. Lont?” Le pidi? que se olvidara del divorcio. – ?S?! En el pueblo tengo un peque?o lago cerca de mi casa y mientras viv?a all? sol?a pescar en el mar y llevarlos al lago. ?Pero en alg?n momento el lago se llen? tanto que tuve que dejar de traer nuevos peces porque no tuve tiempo de alimentarlos a todos! En la pecera… – Mira Bravado, una sonrisa ha enjugado las l?grimas de la dama. ”?Debe haber amado mucho a sus peces!” dijo Artles mirando a la Sra. Lont. – Tal vez si ella hubiera amado a su esposo como ella amaba a sus peces, ?l no la habr?a dejado”, dijo Bravado, orgulloso de pensar en un comentario tan inteligente. No olvides que algunos peces… Quiero decir… ?Los humanos… Son ego?stas! Artles se hab?a apresurado a rega?arlo, pero ella hab?a confundido sus palabras, por lo que su comentario qued? sin respuesta. En la oficina… – As? que d?game, ?c?mo termin? dise?ando marionetas? pregunt? el Sr. Pensatore: ”Dudo que haya conocido antes a un dise?ador de marionetas”.
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Категория: детская проза
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Правообладатель: Tektime S.r.l.s.
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Возрастное ограничение: 0+
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ISBN: 9788873046417
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Легальная стоимость: 454.65 руб.
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